En Cuba ahora mismo hay amplios debates sobre la
discriminación racial, polémica manifiesta en diferentes estamentos de la
sociedad, a nivel académico también. Pero el gobierno –as usual, pues de lo contrario se contradijera- no admite que exista
racismo en las calles y mucho menos en las esferas de poder.
Es un problema cultural que se arrastra desde siglos
atrás y que ni siquiera con “la buena voluntad” el Socialismo ha conseguido resolverlo.
Es cierto que no existe un racismo institucionalizado, pero sí está en las cabezas de los dirigentes del país. En la
llamada Revolución –so pena de los enjundiosos tratados escritos por el etnólogo
Fernando Ortiz- el tema afrocubano fue perseguido, en tanto religión. Pero
después, cuando la Unión Soviética se fue a pique y se necesitaron nuevos rubros-
con el turismo, por ejemplo-, de perseguido, el mundo afro y toda su amplia
cultura pasó a ser, más que necesario, imprescindible.
Ahí estaban, en los años 90, sobradas exposiciones y
fiestas populares del ámbito negro rescatadas del olvido oficial, ahora en
portada de los paquetes turísticos. El sacerdote afrocubano, el babalao, en
fin, pudo salir del ostracismo junto con los curas católicos, que también
estaban marginados.
Desde que tengo uso de razón, sin embargo, el artista
plástico Manuel Mendive –tal vez el mayor paradigma africanista en la plástica,
junto a Belkis Ayón- expuso sus obras dentro y fuera de Cuba. Con las Artes Plásticas,
y también con el Teatro, el gobierno se cuidó de dejar abierto un agujero para
la creación. Es posible que las considere artes elitistas –de hecho, lo son- y
además un foco de rebeldía intelectual con el que debía pactar en lugar de
reprimirlo. Lo cual no quita que, en determinado momento, haya funcionado la censura.
Desde que tengo uso de razón, pues, he visto a
Mendive trabajar los mitos de ese
lado del folclore en diferentes manifestaciones: pintura, escultura, cerámica,
instalaciones. Y desde siempre lo he visto ejercer el body paint, o el body
art, aunque no es menos cierto que no tan abiertamente como ha ocurrido ahora.
Mendive fue una de las portadas de la Bienal de Artes
Plásticas que se desarrolla ahora en La Habana –hasta junio próximo- y para
ello sacó sus cuerpos desnudos y semidesnudos a transitar por la parte vieja de
la ciudad, por el Prado y por el Capitolio. En una crónica publicada en el
portal independiente Havana Times, la periodista María Matienzo Puerto hacía
referencia a la sorpresa causada por el performance, en la vía pública. Mucha
gente consideró inapropiado mostrar cuerpos desnudos, por puritanismo, según la
cronista.
Y tiene razón ella: ¿Cómo se puede entender ese rechazo
en un país que “se vende” como abierto, liberal, desprejuiciado, erótico y
sensual?
Pero la periodista toca un punto fundamental: Cuba debe
apresurarse en muchos aspectos sociales si quiere entroncar con un mundo
moderno, global, donde Internet funciona como herramienta básica, tanto para
informarse el ciudadano de a pie como para hacer la compra del supermercado
telemáticamente.
Es así de simple: No se puede pretender estar actualizado
–con aperturas de golpe, como el masificado performance- y por otro lado seguir
siendo mentalmente racista e intolerante.
Ahora parece que se ven más, pero, desde que tengo uso de
razón, un matrimonio mixto en Cuba era ferozmente castigado por la sociedad.
De todas maneras, La
Hora Mendive, por llamar simplemente así al acontecimiento, nos ha querido
decir algo: ¿Un aperturismo?, ¿o un falso aperturismo del gobierno?
También recuerdo de toda la vida a Manuel Mendive (Premio
Nacional de las Artes Plásticas en 2001) como uno de los primeros rastafaris
que tuvo la Isla, y a sus 68 años, según como lleva el cabello, lo sigue
siendo.
Mientras ocurre esto, a otro rastafari, al disidente Héctor Riscart Mustelier, se le abrió una causa penal por no estar de
acuerdo con las ideas políticas de la jerarquía institucional. Y está en la
cárcel.
Foto de Roberto Suárez
(tomada de Juventud
Rebelde)
3 comentarios:
En ningún que conozca he visto tanto racismo como en Cuba asociado al lenguaje. Tenemos palabras para todos los tonos de color:negro, mulato, jabao, capirro, moro. Decimos afectivamente sin reparar en lo peyorativo: si es un negrito "adelantao", para referirnos a sus rasgos menos negroides. Decimos piolo o piola, a los de gustos interraciales. Y así un largo etc.
Y todo esto sin que jamás hubiese una política gubernamental para corregirlo.
Efectivamente: no ha habido una política gubernamental que corrija el racismo en Cuba porque éste está instalado en las esferas de poder. Tener a Esteban Lazo, negro, en la cúpula, es una simple estrategia, como lo fue en su día enviar a un viaje espacial a un astronauta "de color". Gracias.
Jorge, soy una lectora habitual de tus publicaciones en el blog, te leí por primera vez a raíz de un artículo tuyo sobre Cuba (uno de tantos), me gustó tu manera de escribir y tu visión de la vida. Es lo que tiene la red...
Bueno una vez presentada, quisiera comentar esta publicación porque me parece vital que todos los seres humanos hagamos conciencia, de una vez por todas, de que nadie es superior por pertenecer a ninguna "categoría" de las tantísimas a que la varicia y el poder han tenido que apelar cuando de repartir derechos y riquezas se trata. En el caso de Cuba, la "igualdad" proclamada a voces por los dictadores de turno es otra de las falsas, solapadas e hipócritas políticas populistas, que detrás del velo que las cubre esconden una realidad que sólo es posible descubrir a plenitud tomando una perspectiva suficiente. Desde la emigración se ve mucho más claro todo y cada vez más, han envuelto a nuestro pueblo en una burbúja ideológica, que como en los mercados de valores ocurre con los activos financieros, ha entrado en su fase de crisis.
La realidad puede distorsinarse pero no desaparecer, en Cuba hay racismo, no institucionalizado cierto, pero inyectado culturalmente en nuestras mentes. Hay xenofobia, y esta ya no diría yo que no encuentra apoyo institucional, porque el extranjero es el enemigo y el oriental no puede vivir donde le plazca dentro de su país.
En fin, que muchos cubanos como tu que con profesionalidad y sencillez nos hacen reflexionar sobre estos temas, merecen todo mi respeto y admiración.
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