Una vez, en el famoso ferrocarril Oresund, que une
Dinamarca con Suecia mediante un puente espectacular, monté sin pagar y
enseguida apareció un cobrador. Exactamente era una cobradora, delgada,
dinámica, simpática y seria a la vez. Aceptaba lo mismo coronas suecas que
coronas danesas.
Mientras perforaba mi billete, hablamos un poco. Dijo
llamarse Nadia y rápidamente le pregunté –en mi inglés malísimo- si le habían
puesto así por la gimnasta.
En efecto. Por ella, por la gran deportista que, con
catorce años, dejó al mundo estupefacto con su increíble puntuación máxima en
barras asimétricas. Fue un diez otorgado en Olimpiadas por vez primera, en los
juegos de Montreal de 1976.
Soy cuatro años menor que Nadia Comaneci, por lo que la
rumana/estadounidense ahora tendrá 50 redondos.
Recuerdo exactamente el sitio donde la vi competir en el
76; quiero decir, el lugar donde yo estaba. Era una casa muy sencilla de las
afueras de La Habana, donde había –como en la gran mayoría de las viviendas de
entonces en Cuba- un televisor en blanco y negro. Por supuesto, me enamoré de Nadia.
Y no la volví a
ver hasta esta noche.
Han pasado 36 años.
Nadia apareció radiante en el que tal vez sea el programa
de sobremesa más popular de España: El Hormiguero. Su anfitrión, el simpático
Pablo Motos, me ponía nervioso con esa mala costumbre que tiene de no tomar de
la mano a sus invitadas para bajar peldaños, incluso con altos tacones, como
los que llevaba la ex gimnasta.
Una oportunidad así la considero un gran desperdicio.
Nadia parece que pasa bastante de la fama; se mostró
absolutamente natural y sencilla, complaciendo en todo al presentador, la mayor
parte del tiempo descalzada porque la invitaron a enseñar su elasticidad actual.
Estaba elegantísima, con una sonrisa perpetua, dinámica,
integrada al programa y con sus tacones negros en una mano, tal como la concebí
hace 36 años, cuando ella tenía 14 y este que escribe 10.
Éramos todavía mocosos y ya ella estrenaba un récord
mundial.
Después llegó su portada en Times, entre otras cubiertas
importantes, pero aquellos impresos no circulaban en Cuba. Así que, querida
Nadia, hasta el sol de hoy.
Foto tomada de la televisión
Nadia Comaneci en El Hormiguero, anoche
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