jueves, 14 de octubre de 2010

El arte del Matador tiene nuevo Ministerio




Recuerdo haber envidiado alguna vez a un viejo amigo de la familia que tenía colgado, en la sala de su casa, un póster de una corrida de toros, donde figuraba su nombre. Ese afiche era la señal, muy visible, de que el hombre había visitado España.
Yo también quise entonces un cartel así, como suvenir, inspirado además en las lecturas hemingwayanas que hablaban de esta materia fascinante, inspirado seguramente, por otro lado, en las películas del cine español. Pero a la vuelta del tiempo, cuando la vida me trajo a vivir a este inmenso país de países, evidentemente se me había pasado la curiosidad por los toros y los toreros. Me molesta ver maltratar a un animal, sea cual sea.
Aunque, paradójicamente, soy de los que disfruta de un buen entrecot hecho al punto, acompañado de una copa de un buen tinto ibérico. Es una cuestión contradictoria que no sufrirán íntimamente las personas vegetarianas.
Ahora bien: hay mucha diferencia entre comerse un entrecot de buey o de ternera y asistir al espectáculo donde martirizan al animal hasta quitarle la vida; eso cuanto menos, porque puede darse la coincidencia de que sea el propio toro quien enganche al matador, lo eleve por los aires y luego lo patee. Esas duras imágenes, que no aparecen en el cartel de aquel amigo de La Habana, nos las pasan por la televisión a cada rato, en momentos tan inapropiados como la hora de cenar o comer.
Lo cierto es que, sin quererlo, he aprendido algo del mundo del toreo a través de la tele. Un universo que se adentra en las frivolidades de las relaciones personales de los diestros con sus parejas, novias, mujeres, prometidas, ex novias, ex amigas.
El destino me depositó en una región que, si bien tenía dos grandes plazas de toros, en general no es muy adicta al ruedo. De hecho, Catalunya acaba de dictar una ley que impedirá practicar este espectáculo a partir de 2012, una fecha que está a la vuelta de la esquina. Ha sido un tema político porque los partidos de esta comunidad autónoma tratan de no perder así un importante número de votantes que están en contra del toreo.
Pero les queda otro grupo aferrado a la tradición taurina.
Si bien en Barcelona existían dos plazas inmensas –una a la entrada y otra a la salida de la gran urbe-, ahora solo queda una, La Monumental, que lógicamente dejará de funcionar en 2012. Yo estoy aburridísimo de las prohibiciones, viniendo de donde vengo. Prefiero que la gente vaya a las corridas si les apetece, aunque a mí no me verán por ahí. Porque, si bien Catalunya es diferente a otras comunidades castellanas en cuanto a las tradiciones, aquí también vive mucha gente que es producto de una emigración intrapeninsular que arraiga sus costumbres, gente que ha construido parte de este territorio y que incluso ha nacido aquí, aunque su ámbito más próximo no sea precisamente el catalán.
Ya veremos cómo salen los políticos de esta vuelta de tuerca que ha puesto más tensa las relaciones con Madrid. A veces pienso que esa tensión interesa.
De momento, ayer se dio la noticia de que un grupo de afamados toreros lograron que la fiesta taurina sea competencia del Ministerio de Cultura y no del de Interior, como era hasta la fecha. Estaban todos elegantísimos –suelen ir muy arreglados siempre los toreros- y muy felices porque, en lo adelante, se les reconocerá como artistas.
Eso en el resto de España, apartando a las dos comunidades autónomas que ya han eliminado las corridas de su panorama: Catalunya y Canarias.

Foto del autor
La Arena de Barcelona, en plena reconstrucción. Esta importante plaza, ubicada en la entrada de la ciudad, en la Gran Vía, saliendo del aeropuerto, será pronto un inmenso centro comercial. Le han dejado su fachada intacta y han vaciado el interior. Suena ya a nostalgia, como mismo evocan las chimeneas de antiguas fábricas que han quedado solas, acompañando otro paisaje urbano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy atinado tu articulo, Jorge.
En Cuba nunca fue aceptado el toreo y toda su crueldad.
Es verdaderamente irónico que el ministerio de cultura de españa, sea de ahora en adelante quien "defienda" esta "actividad".
Todo porque a su ministra le gusten los toros.
Varios pueblos de España realizan fiestas como arrancarles el cuello a un ganso, tirar a una cabra desde lo alto de un campanario, amarrarle dos antorchas en los tarros de un toro...símbolos del atraso, la ignorancia y la crueldad que impera en las "tradiciones cristianas y fiestas" de esta sociedad enferma...
Fernando