martes, 26 de octubre de 2010

El estilo español barriobajero


Me he pasado la vida en Cuba tratando de cultivar un buen lenguaje, no sólo escrito –por mi profesión-, sino también un correcto lenguaje oral. Tuve la suerte de que me impartieran clases magníficos profesores (as) en la universidad: Sapiencia infinita y buenos modales sudaban los maestros en aquellas jornadas tórridas de las aulas de la Facultad de Periodismo. Recuerdo en especial a la historiadora Nuria Nuiry, a la filóloga Otilia de la Cueva y a la investigadora de Literatura Nara Araújo, por solo citar tres nombres de personas que utilizaron su exquisito léxico dentro de lo ordinario que podría ser su turno de oficio.
Tratando de incorporar un “aparato categorial” bien pulido para expresarme, un buen día utilicé precisamente esta expresión y me dijo alguien en la calle, en broma:
-Aquí el único “aparato” que hay es este que está aquí- señalando sus planos bajos.
Era una muchacha.
Esto me dio la medida de que era verdad lo que repetía mi profesora de Gramática: Que existen o se pueden usar varias normas lingüísticas, sobre todo, dos: la norma formal y la coloquial.
Ahora bien, dentro de la segunda, que es la que predomina en España, por lo visto, cabe todo. Solo hay que vivir aquí –más viniendo uno de Latinoamérica, donde se utiliza muchas veces un castellano correcto y bastante formal- para darse cuenta de que la Madre Patria ha hecho de su lengua un desperdicio. No me refiero a los localismos, que de esos todos los países tienen; hablo de la dureza del lenguaje cotidiano, de la cantidad de palabras que aquí están en desuso porque en su lugar se emplean los sinónimos más feos, más “dolorosos” al oído.
En España casi nadie dice barriga: aquí se pronuncia “tripa”. Igual pasa con labios o boca: “Morros”. Y con senos o pechos: directamente, “tetas”, en cualquier medio de prensa audiovisual, sobre todo. También con trasero, glúteos o fondillo: “Culo”, a secas.
Es verdad que las palabras tienen diferentes cargas semánticas en los países donde se utilizan, pero esto que digo da la medida de lo poco que se ha preocupado la sociedad española por cuidar la riqueza de su lenguaje. No hay que, necesariamente, ser retórico para hablar con dulzura. Es eso por cierto lo que no abunda en España: el azúcar; porque, a la vuelta del tiempo, a la gente le ha sido más cómodo y moderno la dureza del lenguaje, algo que sin darse cuenta influye ya en las relaciones interpersonales.
Mi primer día de clases prácticas en el autoescuela, la profesora, una excelente persona y maestra, me indicó:
-Tienes que pegar el culo al respaldo del asiento.
Ella no pensó si quiera lo que me dijo. Es una norma lingüística de comunicación y no estábamos para perder tiempo.
De este ejemplo que cuento podemos pasar a otros niveles:
Hace unos pocos días, el alcalde de Valladolid, León de la Riva, se refería alegremente a los “morros” de Leire Pajín, la nueva Ministra de Sanidad, Igualdad y Política Social. Se armó una gorda entre partidos políticos, pero no por la palabra utilizada (morros), sino por la incorrección machista que estaba en el subtexto de la frase. Y ayer mismo, Arturo Pérez-Reverte, escritor y miembro de la Real Academia Española de la Lengua, enviaba un twitter en el que decía que Moratinos, Ministro saliente de Exteriores, era poco hombre, un “mierda”, dijo, por haber llorado en público en su despedida.
Sí, es muy posible que una de las razones por las que en este país se hable tan mal Español sea el machismo tradicional. ¡Ese virus resistente!
En la misma medida, mientras las mujeres aquí sigan diciendo que les sobra “huevos” para emprender los retos de la vida, estaremos en las mismas.

Foto del autor
Exposición nostálgica del Seat 600, el automóvil de fabricación española en el que, a pesar de lo pequeño, cabía toda la familia. Hoy la sociedad vive aquí a toda prisa, con increíbles tecnologías al alcance de sus manos. Queda poco tiempo para cuidar el lenguaje, para conservar las amistades.


2 comentarios:

Silvita dijo...

Y que lo digas!
Si a mi me dicen lo del c.u.l.o me quedo estupefacta. :o :)

Jorge Ignacio dijo...

Silvita, cariño, esta es nuestra realidad..lo peor es que se pega! besos.