viernes, 22 de octubre de 2010

Era rojo, como el de París


Reabre el mítico Molino del Broadway barcelonés

Esta ciudad donde vivo es dura como una piedra, pero hay que reconocer que posee personalidad histórica. Detrás de las fachadas hay un mundo de cosas que contar, historias de establecimientos o comercios que cambiaron de dueños e incluso, algunos, continúan perteneciendo a una misma estirpe luego de un siglo y medio. Eso es lo que tienen las viejas capitales, porque Barcelona, sin dudas, lo es, aunque sólo sea por su abolengo europeo.
Y como gran urbe mediterránea –al ladito de Francia se hacen maravillas-, tuvo su Moulin Rouge, ubicado en la zona de teatros de la avenida Paral·lel, el amplio paseo parecido a Broadway que está cerca del puerto y en la frontera del Raval, o sea, en la frontera de la perdición. Por esto mismo, junto con el glamur de la gente que visitaba y todavía visita los escenarios, se ha movido un hampa expendedora de productos altamente viciosos.
El Moulin Rouge o music hall por excelencia de Barcelona estuvo cerrado durante 13 años y casi hubo que tirarlo abajo por el deterioro que provoca la inercia. Pero una empresa interesada en él lo compró para remodelarlo, cuyo fruto culminó esta misma semana con la reapertura total, luego de cambiar bastante la fachada y borrar con una pátina blanquecina los tintes históricos de las aspas.
No será por el mismo motivo que el Moulin Rouge cambió su nombre en época franquista, cuando le suprimieron el adjetivo para evitar sospechas políticas, según cuenta la historiografía particular del inmueble. Entonces quedó como El Molino, El Molino de Barcelona o de la avenida Paral.lel.
Tiene sus detractores por haber sido, en una época, lugar de alterne entre copas; y también por pasar revistas eróticas de dudosa calidad artística. En lugar de alegrarse, algunos conservadores –que todavía quedan y no son pocos- se han entristecido con la noticia de la reaparición de El Molino en el circuito teatral de esa zona de ocio nocturno. Yo pasé ayer a ver cómo lo han dejado –desde que llegué a Barcelona siempre lo he visto cerrado-, pero tuve la mala suerte de que, por la hora, no estaba iluminado con la nueva tecnología que le han puesto: A base de leds.
Digan lo que digan, creo que el cabaret, como género escénico, hace falta en una ciudad donde se presume de tener de todo. Ayer recordé, con tristeza, el Teatro Martí de La Habana, encargado durante la primera mitad del siglo XX del repertorio vernáculo, del costumbrismo nuestro que, como aquí, trasgredió la rigidez de las dictaduras.

Foto del autor
El Molino, legendario cabaret, ahora un poco más sobrio, según la propuesta de su nueva fachada. El Paral.lel (Paralelo) de Barcelona es una franja social donde convive lo bueno, lo malo y lo regular. Discurre desde el puerto hasta Plaza España y fue concebido por el urbanista Idelfons Cerdà, quien también ideó una avenida Meridiana. El Paral.lel es famoso por sus bares al aire libre, además de los teatros.