sábado, 21 de abril de 2012

Goya entorna Plaza España



El caos de la rotonda más loca de Barcelona –Plaza España-  desfigura bastante las cuadrículas apacibles que vienen a continuación, hacia ambos lados de la Gran Vía de les Corts Catalanes. Nada que ver el magnífico trazado de Idelfons Cerdá (que distingue, sobre todo en las vistas aéreas, a la Ciudad Condal) con el remolino de elementos visuales que adornan el entorno de la mayor circunvalación urbana, no por casualidad conocida como el terror de los estudiantes locales de automovilismo.
Desde el pórtico romano que hay ahí y que copia al de la Ciudad Eterna –más grande incluso que el de Roma-, hasta la racional fachada del hotel Catalonia Barcelona Plaza, con su reloj cuadrado, pasando los ojos por la antigua plaza de toros, las Arenas, morisca, hoy convertida en centro comercial y modernizada con un ascensor espectacular, todo ese redondel bullicioso es uno de los sitios que nunca me atrajo de la ciudad donde vivo. Luego, cuando aprendí a conducir, y me llevaron allí a discutir espacios con motos, taxis y autobuses, disciplinadamente me alejé más.
Aunque siempre hubo una manera expedita de llegar a CaixaForum –la gran pinacoteca gratuita dotada de grandes sorpresas-, que está detrás. Yendo en metro y conociendo la salida correcta, dejábamos a  un lado el caos, como quien coquetea en la orilla sin mojarse los pies.
Ahora volvemos por Goya, el gran maestro –y loco también- de la pintura española. Dice la prensa que su arte no pisaba Barcelona en 35 años y que esta recopilación de obras (Goya. Luces y sombras) es el más sucinto y a la vez extenso recorrido por su vida. Tal vez esto último, luego de ver la muestra, nos lo hayamos recreado.
Lo cierto es que uno se queda con ganas de más. Sobre todo de ver más piezas al óleo de gran o mediano formato, porque, entre el centenar de títulos, lo que abundan son pequeños dibujos y grabados. ¡Y nada de las pinturas negras del aragonés! ¡Qué pena!
Sí está, para compensar, La maja vestida, casi a la entrada, solitaria en una pared. La desnuda la dejaron en Madrid. Una para cada ciudad. Y es que la muestra es un préstamo sin precedentes del Museo del Prado, que obliga al viajero, al turista, al seguidor de Goya a tomar un vuelo directo para completar, dígase de igual manera en tren, tomando al Ave como tal.
Ah, pero da gusto ver grandes cuadros como El quitasol y El albañil herido, o los motivos que el genial artista dedicó a la Guerra de Independencia y, paralelamente, al oscuro y cruel mundo taurino.
Pero, si Goya sabe a poco, en la sala de al lado está Eugène Delacroix, el exquisito pintor francés. La vasta exposición fue preparada por el museo del Louvre para todos aquellos que, viviendo o de paso en Barcelona, se atrevan a sortear los obstáculos de Plaza España, superar el embrollo visual y hacer oídos sordos a una de las ciudades más contaminadas acústicamente de la vieja Europa.

Foto del autor
Plaza España
Nota: Goya. Luces y sombras estará expuesta hasta el 24 de junio.

No hay comentarios: