Pep (Pepito, en
catalán) Guardiola es el típico avezado que sabe retirarse a tiempo, como los
grandes deportistas o artistas que dejan su puesto cuando están en la cumbre. Ya sea para crear
un efecto sentimental o bien porque están convencidos de que la gloria se
deshace en un abrir y cerrar de ojos.
Guardiola se ha hecho querer, incluso en catalán, una
lengua que, fuera del contexto futbolero, molesta bastante en el resto de
España. Pero la afición o devoción por el Barça es mucho más grande que
cualquier cosa.
Sus conferencias de prensa, con ese volumen prácticamente
inaudible, quedarán para la historia. Rascándose un ojo o la cabeza, Pep
enmarcó lo que significa ser incombustible, flemático, con sangre de horchata,
vamos. Como un lord inglés. Contrario a su antagonista José Mourinho (tocayo, casualmente) que se
alteraba por cualquier cosa hasta robarse el show muy en su contra.
Hoy en día, con las redes sociales, hay que tener mucho
cuidado con el público. Te pueden hacer trizas también en un abrir y cerrar de
ojos.
Sin embargo, confieso que no extrañaré a Pep Guardiola. Y
esto tiene que ver con su imagen mediática.
A mí me recuerda sobremanera ese estilo catalán muy
correcto, apocado, insípido, frío, desconcertante, en fin.
Debo agregar que en Catalunya, donde vivo, hay muchos
estilos, pero el que he mencionado arriba es el que los identifica por
antonomasia.
Guardiola, sin quererlo, como ente público, tuvo la
misión de referir este tipo de carácter muy particular, con el que no encajamos
bien los que “venimos de fuera”, según dicen ellos mismos.
Desde este humilde espacio despido al gran técnico del
Barça, y también a un patrón fijo en las emisiones de telediarios, el hombre
tal vez más subtitulado de España.
Es posible que, detrás de su estilo, exista una gran
timidez.
Foto tomada de La Vanguardia
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