lunes, 23 de abril de 2012

Marketing muy sentimental



Aunque mucha gente me felicita un día como hoy –novedades de la vida, ya que jamás, en Cuba, celebraron mi santo-, Sant Jordi me sigue pareciendo un día extraño. Más aun si, como esta jornada, está el cielo nublado.
Como ahora soy canguro de mis hijos, que vinieron en pack 2x1, vivo al margen de muchas cosas. Estoy concentrado en que la cadena alimenticia de los mellizos salga bien (sus cambios de culeros y lloros chantajistas incluidos).
Y entonces me sorprende mi suegra esta mañana por teléfono:
-Yerno, soy Chus, te llamo para felicitarte.
-¿Qué he hecho ahora, suegra?-respondí con voz matutina, que suele parecer turbia antes de tomar café.
-¡Es San Jordi…!-se dio cuenta de que yo no estaba al tanto.
Acto seguido imaginé el panorama:
Mesas de improvisación tapizadas con la bandera de Catalunya, la senyera; encima de éstas libros o flores. Y, detrás, payos o gitanos, respectivamente.
La rosa a tres euros.
Si te llevas dos, son cinco.
¡Qué vergüenza!
¡Si rosas hay todo el año!
¡Pero a cualquiera se le olvida el “detallito”!
En fin, que compré dos, una para mi mujer y otra para mi hija de ocho meses.
Habíamos pactado antes que no me compraran ningún libro. Quiero decir, libro físico.
Este año adquirimos un e-book para los dos, para ahorrar.
-¡Mírame un librito electrónico que sea  gratis, que los hay-comuniqué hace unos días.
La fecha es bonita pero hay mucho mercadeo forzoso.
Me quedo con las felicitaciones e incluso rosas virtuales que llegaron a mi teléfono móvil.
Gracias.

Foto del autor
Esta mañana en una plaza

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