viernes, 11 de mayo de 2007

Carta abierta a Connie

Connie:
Quiero extenderte un cálido abrazo con estas líneas, como reciprocidad. Es lo menos que podemos hacer teniendo tanto mar entre los dos continentes. La tecnología nos acerca a casi todos (los dichosos que la podemos usar), y, en medio de tan impresionante inmediatez, navega tu archivo con esa sencillez extraordinaria. Tienes –me salgo del lenguaje formal- la gran virtud de decir muchísimas cosas con breves palabras. Tu empeño por rescatar la memoria histórica de un par de generaciones, o tu desbordamiento de nostalgia -dos líneas que se complementan-, termina en suspiro de cada uno de nosotros, en la lágrima viva también.
El día en que se tomó la foto en el anfiteatro de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana yo tenía dos años de nacido. Ese mismo día mi padre estaría corriendo, diligente, con las novedades del nuevo gobierno a la postre mal llamado revolucionario que se había instaurado en la isla. Mi padre tendría ahora tu edad . Ese anfiteatro lo habité yo muchas veces cuando estudié en la misma Facultad muchos años más tarde de tomada la foto.
Que alguien tenga el cuidado de guardar fotografías intuyendo algo especial del momento histórico en que vive, demuestra una gran sensibilidad. La vida da muchas vueltas. Ahora internet nos provee de un canal abierto para reconstruir el pasado sin tapujos. Tú con fotos, yo con palabras, otros con voz o dibujos a mano alzada. Se me pone la piel de gallina cuando pienso en que dejé casi todas mis fotos de la infancia en La Habana. Mi casa, según noticias frescas, fue vendida con las fotos adentro. Así que te agradezco infinitamente, y a pesar de los años de vida que nos separan, te agradezco el espacio personal que encuentro en tus fotos, el espacio de la imaginación, el que sirve para cotejar el tiempo de una manera más cabal.
Ha sido una suerte encontrar tu archivo en la red, un archivo bilingüe que define tus ambos mundos. Ha sido un regalo para todos los que emigramos de la misma isla a la que te llevaron en calidad de inmigrante. Tienen que haberte marcado mucho esos lejanos años 60 para que nos los devuelvas con tanto cariño.
Nosotros estamos aún por dilucidar nuestra historia contemporánea, especialmente la de estos últimos 50 años. Tus imágenes encajan perfectamente en esa búsqueda y sé que las expones por una razón natural. No dejo de pensar en mi padre cuando leo estas fotos en blanco y negro, descubriendo detalles aparentemente insignificantes, disfrutando el costumbrismo que desborda por los marcos. Mi padre era un amante de la fotografía, un aficionado cándido que coexistió contigo en los avatares de aquellos años. Le hubiera gustado conocerte. Se hubiera enamorado de ti, seguramente, y te hubiera dicho el mismo piropo que han dejado en tu blog: ¡qué bonita es usted, Connie!
Reencarno en él, no tengo remedio. Tus fotos me estremecen. También he recordado en estos días a un profesor de la universidad que nos decía que la fotografía es la eternización de un instante. Veo que el procesador de texto word subraya la palabra eternización. Será que no está al corriente de tu archivo, que sí valida la palabra. Gracias eternamente.
Jorge

Primavera 2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bella carta... te la agradezco tanto. Acabo de mandarte una carta de respuesta por email.

Connie