jueves, 11 de marzo de 2010

Aquella horrible mañana…



El teléfono me sacó de una cama prestada, porque entonces dormía entre las sábanas de una mujer que estaba de paso en mi vida. Fue ella misma la que llamó desde su trabajo.
-Pon la televisión…¡Es horrible!- dijo en un hilo de voz.
En efecto. Era un escenario similar al de las películas norteamericanas de catastrofismo, pero era un escenario real. Trenes de cercanía reventados en los andenes de Atocha. Personas mutiladas, heridas, muertas.
Cuando aquello, yo me ganaba la vida como auxiliar de geriatría. Salí estremecido hacia mi faena y tuve obligatoriamente que tomar el metro. El recorrido se me hizo insoportable. Era un trayecto prácticamente de punta a punta. Había un silencio estremecedor y todo el mundo miraba asustado las mochilas de los viajeros. Yo también. Se me hizo eterno aquel viaje por debajo de la tierra en el que me acompañaban como una lapa las imágenes que acababa de ver en la televisión.
Al salir a la superficie, hice dos llamadas a Madrid, con el corazón atragantado. Todo estaba bien del otro lado de la línea. Estaban vivos.
Ese día, las horas que habitualmente pasaba tomando el sol con los ancianos, sentado en un parque, pasaron como si fueran años.
Al reencontrarme por la noche con aquella mujer de paso, hicimos el amor como cada día. Mi cabeza estaba situada en el horror de las imágenes que continuaba transmitiendo la prensa. Me sentí contrariado y egoísta por la diferencia abismal que había entre el acto de hacer el amor y el desconsuelo que yo sufría por dentro.
Han pasado seis años. Se cumplen hoy.
En efecto: Esa mujer estaba de paso y ni siquiera está cerca ahora. Yo he caminado por Atocha recientemente recordando en silencio aquella horrible mañana. Los madrileños habrán tenido que cargar con sobrepeso el trauma que supone pasar por esa estación. Vivo en Barcelona, lejos de allí, y me persiguen esas monstruosas imágenes a la vuelta del tiempo.
Jamás había visto algo parecido, entre otras cosas porque no me gustan las películas de catastrofismo.
Como yo, habrá muchas personas que se pregunten qué trama había verdaderamente detrás de estos atentados ocurridos a pocas horas de unas elecciones generales en España. Todavía no ha quedado claro.
Espero que algún día la historia se encargue de transparentar un asunto que supone un trauma nacional. Porque la mente, las emociones encontradas como un cruce de vías férreas, siguen de pie.

Foto del autor. Hace pocos días, las manos me temblaron al encuadrar esta foto en el interior de cercanías de Atocha.

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