sábado, 6 de marzo de 2010

Cambia Venecia por Sevilla



Tal y como se está comportando la atmósfera –sin duda en todos los órdenes, aunque aquí me refiero a sus meteoros-, asusta ponerse a pensar que estamos cerca de un nuevo dibujo del mapamundi.
Si la cuarta glaciación que empezó hace cuarenta millones de años nos dejó el puzle de países que hoy tenemos, perfectamente ensamblable visto a vuelo de satélite, ahora parece que un futuro diseño se lo deberemos no solo al hielo, sino además al fuego. Los dos hemisferios están ahora mismo en acción.
Terremotos en el hemisferio sur y en la franja tropical. El Malecón de La Habana desbordado. Abundantes lluvias –no para, no para- en el Mediterráneo y, en general, en todo el sur de la península Ibérica. (Dice un amigo de Sevilla que está mirando quién le alquile una Zodiac).
Ahora, anteayer, la noticia se produjo en el Mar Báltico. Buques habituales de por allí encallados por culpa de bloques de hielo. Se trata de un mar poco profundo y poco salado; quizá por esto se haya puesto tieso.
Yo acabo de regresar de Copenhague y me quedé asombrado ante los blancos canales, lagos, parques de la ciudad. La gente allí se movía en bicicleta, por lo cual me pregunté si este medio de transporte es incompatible con la nieve. Claro que es incompatible, pero las personas siguen su rutina.
Otro amigo que vive en Madrid está en Chile de visita.
De momento está bien, pero ha quedado sin habla (no escribe correos largos como antes). Nunca imaginó que se iba a encontrar con un terremoto feroz en el lugar escogido para veranear y escabullirse, precisamente, de las pesadas lluvias de España.
Barcelona, ciudad donde vivo, hace un año estuvo a punto de comprar agua a otros países. Sus embalses estaban secos. Ahora, con tanta lluvia, supongo estarán a punto de desbordarse.
Ni lo uno ni lo otro. ¿Dónde está el equilibrio?

Foto del autor. Los barcos de pequeño calado comparten canal con trozos de hielo, en Copenhague.

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