miércoles, 21 de abril de 2010

Brote de adrenalina, también



Queda poco magma en las entrañas del volcán islandés Eyjafjallajokull, el que ha tenido en jaque a Europa. Lo acaba de informar el telediario del mediodía, una semana después de que la montaña mágica –sí, fue capaz de desaparecer a los aviones- comenzara a lanzar su temible producto interior bruto, su nube de ceniza que en Barcelona nunca vimos.
Sin embargo, las pérdidas han sido astronómicas. 320 millones de euros ha dejado de ingresar la hostelería española en estos días, y el sector aéreo mundial ha perdido unos cuantos miles de millones de dólares. También, de paso, ha quedado demostrado que la aeronáutica civil, sobre cuyas bases está montado el mayor flujo comercial de todo el planeta, es un niño de tetas, indefenso ante un ejercicio de la naturaleza que ni siquiera es algo nuevo.
Este lado del mundo desde donde escribo quedó descolocado luego de seis jornadas a merced de un volcán activo, situado en una latitud y un país hacia donde casi nadie mira habitualmente. Hace demasiado frío en Islandia. Hoy mismo estaban allí a tres grados negativos. Además, con esos nombres repletos de consonantes, nombres impronunciables al menos para países con lenguas romance y de origen latino, cuesta albergar en la memoria aquella isla gélida bastante lejos del centro del mundo.
Si, gracias al cine fundamentalmente, fue la rareza de Björk la que puso en miras el camino hacia Islandia, ahora un volcán hará que no nos olvidemos de ellos jamás, aunque para tal efecto haya tenido que escupir su flema roja durante largos días y noches.
La casualidad quiso que el protagonista de un programa español de televisión estuviera en los alrededores del volcán durante los peores días. Peores para los viajeros europeos, porque el hombre rubio de sonrisa perpetua se la pasó superbién. Jesús Calleja, dandi del montañismo allende los mares, tuvo que ser rescatado in extremis por un helicóptero local. Fue una operación bastante peligrosa porque el aparato –su piloto, fundamentalmente- luchó contra ráfagas de viento de más de cien kilómetros por horas, en medio de una situación delicadísima que prometía absorber al equipo del canal Cuatro hacia la boca del monstruo.
Lo contó ayer por la tarde en un magazine de CNN+, divertido, excitado hasta la coronilla al parecer por el exceso de adrenalina que todavía mantiene en el cuerpo. Lo más curioso de la entrevista fue que se desarrolló en medio de un aluvión de llamadas telefónicas de personas que narraban su mala experiencia pues quedaron inmovilizadas en diferentes países sin poder regresar a España. Contrastaba el estado eufórico de Calleja –“estoy con ganas de volver a irme a la aventura”, repetía constantemente-con el estado agrio y malhumorado de la audiencia.
Todo parece indicar que diseñaron mal el programa o, sencillamente, nunca se esperaron que alguien cuya vida corrió peligro se presentara tan alebrestado.
La aparición de Calleja, a quien hemos visto habitualmente en su programa Desafío Extremo, me recordó aquellas películas norteamericanas típicas en las que el héroe o heroína, luego de una larga secuencia de peligro y persecución, aparece perfectamente peinado y reluciente, con olor a jabón de baño, impoluto, fortísimo. Tipo Indiana Jones.
Lo cierto es que el titán de la Cuatro, metido como estuvo en el meollo de las cenizas volcánicas, tuvo la oportunidad de transmitir desde allí en exclusiva, en tiempo real. Vamos que, además de alpinista, devino reportero en un caso extremo.
Eso es lo que popularmente se conoce como estar en el lugar indicado y en el momento preciso.
Desde aquí, si no sucede nada más importante, despedimos a Eyjafjallajokull .El poco humo que queda de él se dirige hacia Groenlandia.
El domingo próximo, la Cuatro emite el reportaje completo de Calleja en los alrededores del volcán, a las 21.30.

Foto tomada ayer de la televisión. Jesús Calleja narra cómo lo rescató un helicóptero.

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