jueves, 29 de abril de 2010

Íntimos y confesionales



Leyendo un despacho de veinte años atrás trasmitido desde las inmediaciones de Panamá, a propósito de la invasión norteamericana a ese país, el periodista de La Vanguardia Joaquim Ibarz metía en un recuadro una nota de color que me llamó poderosamente la atención.
En aquel contexto convulsionado por la búsqueda y captura de Manuel Antonio Noriega, el reportero hacía alusión a que el dictador practicaba los cultos religiosos afro caribeños, ya que se habían localizado altares y ofrendas en cada una de las residencias del militar y que, incluso, habían encontrado una lista negra de personas que Noriega no soportaba, una relación de nombres “tirados” a la maldición entre los que se encontraba, curiosamente, el del reportero.
Parece muy contradictorio que un militar de alto rango, en cuyos orígenes debieron estar, en todo caso, los cultos católicos, se refugie en la santería. Pero los cubanos sabemos que eso es posible. Siempre he oído decir que Fidel Castro se “consulta” habitualmente con un babalao particular, que cree en la fuerza de los orishas por mucho que haya bajado de la Sierra Maestra con un rosario en el cuello.
Yo no lo he practicado, pero realicé una tesis de grado sobre un músico cubano famoso criado a la sombra de estos cultos religiosos y me tuve que meter de cierta manera en ese mundo tan pasional como incierto.
A Castro le han salido las cosas bien, contrario al destino de su antiguo amigo panameño que terminó acusado de narcotráfico, cumpliendo diecisiete años a la sombra de una celda de Miami y ahora, hace un par de días, trasladado a París para rendir cuentas en el país galo, que lo acusa de lavado de dinero allí.
Parece ser que el padrino de Noriega no hilaba tan fino como el de su colega barbudo. Particularmente creo que la astucia, traiciones y conspiraciones de Fidel Castro han sido siempre su carta de triunfo, aunque para llegar a ser un intocable y morir en la cama de su búnker –como parece ocurrirá- Castro haya destruido una nación, varias ciudades de la isla y eliminado físicamente a no pocos de sus allegados.
Todos sabemos que la “limpieza” de generales y militares cubanos que realizó por aquellos días en que apresaron a Noriega fue para cerrar el caso, para situar unos culpables ante la palestra pública mundial. ¡Cualquiera diría que el máximo líder cubano no estaba al tanto de las operaciones de tráfico de droga en la cuenca del Caribe, en las que su país, sin lugar a dudas, estaba implicado!
Pero ha sido inteligente: buscó unos culpables, los enjuició públicamente y al final los llevó al paredón de fusilamiento.
Fidel Castro, que se sepa, no lavó dinero en París comprando inmuebles de lujo. ¿Para qué, si lo que él ambiciona fundamentalmente es el poder y eso lo ha tenido siempre?
¿Para qué desviar dineros a otros países si él tiene su propio paraíso fiscal, tan grande como una isla de más de 1200 kilómetros de punta a punta y un sinfín de rincones vírgenes donde la naturaleza es tan suave y tan agradable como un abrigo de plumas?
La imagen de Noriega vista en estos días en televisión, encogido y arrastrando cadenas, daba la medida de su torpeza, de sus maneras oportunistas de sabueso inexperto. Su dictadura militar duró apenas siete años. La que nos ha tocado a los cubanos ya supera los cincuenta.
La lista negra de Noriega quedó enganchada a los pies de un altar, mientras que la del zar cubano se ha llevado a la práctica constantemente y aún sigue creciendo.

Foto tomada de La Vanguardia
Manuel Antonio Noriega llegó a poseer la llave de ambos mundos. El Canal de Panamá, una zona franca, ha servido durante años a barcos mercantes cubanos que llevan productos, incluso norteamericanos, a la isla.

1 comentario:

Rodrigo Kuang dijo...

Y todavía lo que vemos es apenitas la punta del iceberg. Deja que aquello se venga abajo y tú verás como los trapos sucios van a salir a flote como un volcán. Ya están destapándose cosas muy cabronas, pero por mucho que nos asombre lo de Acevedo, o lo poco que nos ha trascendido de Ochoa y demás, mi hermanito, todavía no hemos visto nada.