sábado, 17 de abril de 2010

Maquinaria pesada



Si Antoni Gaudí levantara la cabeza no tendría más remedio que bailar en tiempo de salsa o de merengue a los pies de su peculiar iglesia, observado desde arriba. Se pondría a tono, cerveza en mano, inyectado de alegría nocturna como mismo hicieron anoche los barceloneses que se explayaron lúdicamente en la que es, casi seguro, una de las calles más famosas de esta ciudad.
Porque la fiesta mayor del barrio de la Sagrada Familia cerró toda circulación de vehículos en ese tramo de Marina, unos cien metros donde habitualmente se conjuga la cotidianidad con el turisteo. Había instalada una tarima desde donde se ejecutaban potentes equipos musicales y, en los bajos de ésta, ¡ay, qué cosa más curiosa!, un bar efímero vendía cervezas a granel con todo el rigor de una cantina española: el barril refrigerado se veía por debajo de la mesa sin vergüenza ni propia ni ajena.
¡A gozar y a bailar con la sinfónica nacional!
Este simpático slogan cubano lo recordé mientras bailaba –yo también, claro, ya que estamos-en el medio de aquella explanada divertida y concurrida. Me recordó el sentido corriente de las fiestas allá en la isla, donde se mezcla lo culto con lo popular sin muchas contemplaciones. Así es la vida, un pasito pa’ lante y otro p’atrás. Una danza que se asume preferiblemente en pareja.
Y confidencias al oído y besitos en la mejilla y disparos de deseos carnales a corta distancia. Del otro lado de la pista, el templo expiatorio donde, según el arquitecto modernista, uno se puede depurar. Eso mismo. Uno nunca sabe para quién trabaja.
La noche es como un estado anímico exclusivo dentro del cual se suelen olvidar ciertas cosas. Que así sea para, por lo menos, esquivar esa tela que, pidiendo auxilio, colgaba de una de las torres del templo. ¿Quiénes habrán desplegado ese cartel? ¿Acaso no era contradictorio con respecto a la concupiscencia, a los barriles fríos de cerveza?
Si Gaudí levantara la cabeza diría que estamos todos locos, incluso más locos que él. Que ya es mucho decir.

Foto del autor
La plataforma ciudadana “VOLEM L’AVE PEL LITORAL” está pidiendo hace tiempo que deben detenerse las obras de perforación de un nuevo corredor de trenes que pasa por debajo de la Sagrada Familia. Pero los ingenieros, con la anuencia del gobierno local, insisten en que ese es el lugar correcto. Ahora el templo más visitado por turistas, joya arquitectónica de Barcelona, está en la posición de un entrepán: grúas por arriba y maquinaria pesada por abajo.

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