miércoles, 19 de septiembre de 2007

Las palabras vuelan


A los que han nacido en democracia, y la sienten y la viven como un derecho normal, les parecerá bastante sencillo el proceso de elaboración y mantenimiento de un blog. Por supuesto, me refiero al proceso psicológico del autor.
Una bitácora, como la que usted tiene ahora delante, alojada en un punto milimétrico de la gran red de redes, es una suerte de casa con techo de vidrio, con dirección digital, pública, aunque su localización depende más del azar que de la propia voluntad de la gente. Por esa misma razón, el hecho de que un portal concurrido, como es La Vanguardia Digital, haya enrutado el camino hacia esta página, permitió que muchos más lectores que los naturales –o sea, que los azarosos-, entraran aquí. Sin embargo, para el autor, que no ha nacido en democracia y valora altamente la posibilidad de publicar su voz sin tener que mentir, este espacio virtual se convierte en una de las realidades más queridas. Y a partir de aquí comienza otro dilema: ¿Qué interesará más a la gente de lo que tengo que decir? Porque, desde mi punto de vista, no se trata de hablar por hablar.
La aparición de los blogs supuso un gran regalo para los que gusten de escribir, o lo necesiten y lo quieran compartir. Pero también un reto para marcar la diferencia, si es que se quiere sobresalir, o para autoeditarse, sin que esto último signifique autocensura. El blogger, en la mayoría de los casos, trabaja en la intimidad. Hay muchos ejemplos –tal vez el presente- de blogs que funcionarían mejor si un editor los trabajase desde afuera, teniendo en cuenta que desde la periferia se ve mejor, o al menos se mira más globalmente. También en este caso se desnaturalizaría el principio de funcionamiento.
Por poner solo un ejemplo que conozco:
La blogosfera cubana es amplísima; se realiza mayormente fuera de Cuba y gira sobre lo mismo. Sobre política del patio. Esto tiene una explicación, y no es otra que las ansias de expresión del individuo que, una vez haya emigrado, y siempre y cuando se pueda pagar una conexión a Internet, se abre su espacio –como éste, sin ir más lejos-, que le funciona como bálsamo terapéutico, además de como un canal de comunicación.
Una vez escuché que quejarse es terapéutico, a lo que otra voz agregó, creo que con toda razón:

-Sí, lo es, pero depende de con quien te quejes.

En lo personal –tomándome todas las libertades que ofrece este espacio intimista para utilizar la primera persona, sin abusar de ella-, el blog ha sido un alivio, porque yo no buscaba notoriedad, sino un soporte, simplemente, más allá de mis propios pensamientos.

2 comentarios:

mharía vázquez benarroch dijo...

barcelona se posat guapa per tu...y te entra en el corazón como la absenta dulce y amarga o trilce (triste y dulce como la de Vallejo). Yo también estuve exilada ocho años en ese corazón encarnado que es Barcelona y conocí muchos emigrantes latinos como yo, venezolanos, cubanos, dominicanos,mejicanos, colombianos, argentinos(los menos latinos de todos)...una ciudad para llorar y para ser feliz, donde el mar de la Barceloneta es la respiración y la esperanza.
Hermoso tu sitio Jorge, un corazón que late en Barcelona,gracias.

Jorge Ignacio dijo...

Marhía: yo tengo una relación agridulce con esta ciudad, pero, al margen de mis circunstancias, reconozco la belleza de esta ciudad, sus espacios, su arquitectura, el encuentro con el mar (después del 92), la escala física de esta urbe que discurre entre la montaña y el Mediterráneo. Y luego está el toque fascinante de la zona antigua, las callejuelas...No me voy a rendir tan pronto porque la vida no me deje querer las cosas que me entran por los ojos. Además, dentro de una ciudad hay muchas ciudades. Mi nexo con Barcelona se debe a una persona que precisamente no vive aqui. Cosas de la vida. Te agradezco enormemente tus palabras. Un abrazo.