jueves, 28 de julio de 2011

Imprescindibles



Crónicas desde Can Ruti (XV)

Con diferencia de otras embarazadas que ingresan ahora en el Hospital General Germans Trías i Pujol, María tiene el camino hecho. Solo resta los días para no perder la orientación del lugar que ocupa en el espacio, pero no porque su alma se encuentre desesperada.
El trabajo mental de cada jornada ha sido imprescindible para lograr que los pequeños adquieran peso dentro de su vientre: la mejor incubadora es el sitio donde Marc y Lucía fueron engendrados, hace ocho meses aproximadamente. Ese sitio en estos momentos es un útero irritado, adolorido, tenso por el forcejeo constante de unas criaturas dispares que no tienen conciencia aún de su resguardo. Solo luchan por ganar espacio cuando no duermen: Empujan hasta el final del túnel con los pies apoyados en las costillas de su madre. Se les siente el impulso, su búsqueda a toda costa de una pre natalidad que, paradójicamente, es lo que menos les conviene.
Como tendremos tiempo para contar lo sucedido –o tal vez ellos mismos se inclinen por leer estas crónicas-, los padres nos dedicamos ahora a sostener un pulso con la naturaleza, que suele ser caprichosa, además de divina. Y en los momentos de mayor abstracción nos apretamos las manos María y yo:
-¡Qué ganas de verlos ya!- dice ella con unos ojitos rendidos y brillantes.
Su mente, sin embargo, consigue la firmeza de cuando vivía en París y se daba tiempo para encontrar sus motivos de fuga, para resolver esos motivos, mejor. La ciudad más romántica del mundo le sirvió de incubadora hasta que la criatura que todos llevamos dentro -¡nuestro alter ego!- decidió estar tranquila. Y entonces nació otro estado de las cosas, el que tocaba según las fechas. María regresó a Barcelona con la ilusión de gestar nuevos proyectos en el mismo punto de partida. A las pocas semanas de aterrizar, nos conocimos en una cafetería. Y, cuando pasó el tiempo, me llevó de visita a París.
Más adelante, le mostré La Habana mediante un torrencial aguacero, con unos gallos que cantaban al amanecer en el centro de la ciudad. Allí, al igual que en París, hicimos el amor sin la más mínima sospecha de que, un invierno a orillas del Mediterráneo, nos multiplicaríamos por dos.

(Continuará…)

Foto del autor
María aguanta las contracciones. Su cuello de útero continúa sin dilatar. Presenta una dinámica de parto, digamos, incompleta. Esta mañana, mediante la ecografía Doppler, nos dijeron que ambas criaturas han engordado unos 100 gramos él y unos 200 la niña. Pero, con el avanzado estado de gestación de María, estas cifras suelen ser orientativas y no exactas. Los médicos sonríen con placer al comprobar que nuestros niños están fuera de peligro. Quedaría, pues, el trabajo de parto, aunque el padre –autor de estas líneas- se inclina por la realización de una cesárea.
De cualquier manera, estamos tranquilos y confiados.
Hoy sirvieron al mediodía fideuá de verduras y pavo rustido.

1 comentario:

Silvita dijo...

Yoyi, cuánto pienso en ustedes!
Hasta le he contado a una vecina uruguaya que pronto será abuela por primera vez, y ella me pregunta cada día cómo siguen los bebés de ustedes.
Dale a María un besito lleno de cariño y admiración de mi parte, muchos besitos!
A Marc y Lucía también les mando besos.
Y tú, muchacho, qué fuerza también tienes de estar más que a su lado, con ella. Un abrazote para ti también, de la tía sueca de los nenes.