jueves, 14 de julio de 2011
La Rusa. ¡Fuerza a Marc!
Crónicas desde Can Ruti (VIII)
A primera hora de la mañana, incluso antes del desayuno, nos bajaron a la sala de ecografías. Los pasillos estaban llenos de gente que viene a consulta externa. La celadora era una máquina: Apartaba a todos del camino con anuncios de policía de guardia: ¡A un lado, señores!, decía, abriendo paso también con el brazo que, a ratos, le quedaba libre. Por supuesto, todos pensaban que María estaba de parto.
Por el camino, anhelábamos que hoy estuviera La Rusa. Es la mejor ecógrafa del mundo, la más dulce, la que nos mira a los ojos con un montón de palabras. Sin embargo, la añorada mujer de la sala oscura solo susurra al oído de María. Yo no la escucho. Su profesión no le permite alzar la voz.
Nuestro deseo se cumplió más temprano que tarde. Allí estaba, sonriéndonos otra vez. Nos mima tanto y no sabemos por qué, a diferencia de otras colegas suyas. Esta es la nuestra, La Rusa.
Hemos preguntado por ella y nos han dicho que es divina. Que vino de allá, nadie sabe cuándo. Pero, salvo sus rasgos faciales, ninguna otra cosa la delata. Habla el catalán perfectamente; el castellano también. Tal vez sea ucraniana, no rusa. Pero, claro, a mucha gente le da igual.
Sus manos midieron nuestros niños, hicieron los cálculos precisos con nosotros cuatro en ayunas: la madre, las criaturas y el padre sin probar bocado alguno. Era una mañana gris. Había llovido toda la noche. Parecía otoño, algo muy raro en el mes de julio. Yo había salido un minuto afuera a tomar un café. Miento; sí tenía algo en el estómago. Entonces, en el aparcamiento del hospital, presentí una cosa rara. No pensé en nada concretamente, sólo en que se había girado el tiempo. Los Leo no somos de lluvia.
Uno de los susurros de La Rusa decía que Marc está bajo de peso. Eso sí lo escuché. En quince días solo ha engordado 100 gramos. Ahora pesa 1.200 kilos. Muy poco para lo que se necesita en estos momentos. La niña, Lucía, está absolutamente fuera de peligro: Pesa ahora 1.800, lo cual indica que ha engordado 400 gramos desde la vez anterior que esa entrañable mujer los pesó.
Luego pasaron visita en Planta. Nos dijo el médico que esperaremos una semana más para hacer otra ecografía. Una semana, siete días en los que, a cada minuto, apostaremos por él. Por Marc. Marc el pequeño, Marc el que está colocado para salir, incluso antes que su hermana.
María, sabia, madre al fin, preguntó si es que quiere salir porque allí no está más su lugar.
-Pudiera ser- nos dijo La Rusa sin apurar ni una lágrima de la madre.
Los padres sabemos que las incubadoras están preparadas en una Planta superior.
De aquí a una semana, no obstante, pudiera crecer el lado izquierdo del vientre de María, que es donde está él.
(Continuará…)
Foto del autor
María, verano del 2008
Hoy María comió pescado nuevamente, aunque, con los nervios, perdí la comanda.
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4 comentarios:
yoyi y maría,
mucha fuerza y tranquilidad es lo que más hace falta en momentos así... los quiero y les dejo toda mi energía positivia y mis más dulces deseos de verlos fuera de cualuier angustia.
un abrazo,
grettel
desde acá, con Marc, que crecerá, claro que sí y comerá mucho, ya verás. Abrazos.
Arriba Marc, unos gramitos más y ganamos la batalla, saldrás de la tranquila montaña al aroma cercano del Mediterraneo. Estos niños caprichosos!
Fuerza mucha fuerza, aunq poco a poco, ya os queda menos que hace dos semanas atrás.
A mi, tan sólo escuchar "La Rusa" ya me suena familiar...por qué será?
Besos...Faby.
Lo mismo te digo, la verdad es que no he tenido tiempo de revisar el blog pero les deseo mucha fuerza y optimismo.
Cariños
Rosa Ileana
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