jueves, 19 de mayo de 2011

El “indignómetro” en Cuba se paga con sangre



Puerta del Sol, en Madrid; Plaza Catalunya, en Barcelona; Plaza del Carmen, en Granada, son ahora mismo centros neurálgicos de la geografía española, por solo citar tres ejemplos de concentración popular.
Algunos contestatarios llevan cuatro noches durmiendo a la intemperie, desde el pasado domingo 15 en que se le dio nombre al movimiento: 15 M. Otros ciudadanos, de a pie o de coches, porque hay de todo, se acercan a las tribunas abiertas, protestan, observan y luego marchan a casa a continuar con la vida. Anoche, en Barcelona, en el centro más cosmopolita de la ciudad, tuvo lugar una cacerolada que produjo un sonido estridente, largo. Debe haber llegado a oídos de políticos de todo tipo que en estos días se encuentran enfrascados en sus campañas, porque el domingo tendrán lugar las elecciones municipales en todo el país.
Las manifestaciones, inspiradas en buena medida en las actuales revoluciones árabes del Magreb, van contra el capitalismo feroz, el desempleo, la especulación inmobiliaria y, faltaría más, contra los bancos. Hay de todo, ya lo hemos dicho: jóvenes, mayorcitos y abuelos, todos mirando con orgullo cómo se moviliza el pueblo por la falta de perspectivas, en medio de una crisis económica mundial cuyo mayor y peor saldo ha sido la pérdida de puestos de trabajo.
En Plaza Catalunya han instalado “indignómetros” para medir el nivel de irritación en las personas. Son columnas de cartón donde se cuelgan, aleatoriamente, quejas de diversa índole, señalamientos directos y a quemarropa, con nombres y apellidos de empresarios, políticos, banqueros bañados por la corrupción. Los promotores de la plataforma 15 M –que también se denomina ¡Democracia real Ya!- son principalmente jóvenes antisistema; o sea, férreos opositores al capitalismo.
Lástima que para denunciar acudan en su discurso a la polarización: Se llaman compañeros entre sí. Esta palabra fue preciosa, fue precisa, en otros tiempos. Fue perfecta en Mayo del ‘68 para protestar contra una sociedad de consumo en París, para significar a la clase obrera que en definitiva era y es la que mueve la producción de bienes materiales. Ah, pero entonces no había caído el bloque socialista. Tenía lógica aquello.
Siendo cubano, paseante y observador de Plaza Catalunya, recordé ayer cómo los indignados de la isla, que son muchos, terminan apaleados si se atreven a protestar en público. La golpiza policial más reciente, que finalizó en muerte de un disidente, ocurrió también este mes de mayo, en una plaza central de una provincia cubana.
Nada que ver con las libertades ganadas en materia de democracia en este lado del Atlántico, donde, por desgracia –lo digo porque he sufrido una dictadura-, el franquismo duró 40 años.
Cierto que los partidos en España no funcionan y que necesariamente tendrán que replantearse a partir de lo que está sucediendo en las plazas, pero identificarse con el comunismo, que suele ser partido único en los países donde impera, es como mínimo una falta de consideración a los oprimidos.
De todas maneras, espero que las protestas callejeras y masivas de España remuevan el suelo del denominado Partido Socialista Obrero Español, que está ahora en el poder, como mismo le sucedió en el ’68 al gobierno de Charles de Gaulle.

Foto del autor
Uno de los “indignómetros” instalados en Plaza Catalunya

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tembien estoy indignado pero celelbro el acto de libertad de poder expresar este estado de animo..aunque no nos engañemos:muchos de los que hoy duermen en Sol sabemos de que parte radical de epectro politico provienen,no nos confundamos:democracia es discutir,exigir,defender....pero no desde los EXTREMOS!!!Ya lo he visto antes.UN SALUDO:ROBERTO