viernes, 6 de mayo de 2011
Guatón: “Nadie nos regaló nada”
Ser mafioso no excluye tener un punto de vista
El periódico Granma, parco a conveniencia, acaba de publicar el veredicto de 20 años de prisión para Max Marambio, hombre de confianza de Fidel Castro que ahora el propio anciano, afanosamente, quiere encontrar. Porque el tal Marambio –un gran desconocido para el pueblo cubano- se fugó de la isla cuando vio que iban a por él.
Acusado en La Habana de estafa, falsificación de documentos bancarios y otras palabrejas puntuales que salen a la luz cuando el poder lo necesita, el chileno de la foto parece ser que ha entrado en controversias con El Padrino, el abuelo Fidel, y esto es bastante normal que ocurra ahora que el sistema piramidal instalado en la isla se tambalea desde sus cimientos. Han salido muchos casos de corrupción a la luz desde que no existe el gran surtidor material soviético, pero este de Marambio es altamente significativo, hiriente para cualquier ciudadano de a pie que se entere de los pormenores. Pero, claro, para enterarse es preciso que el ciudadano abandone el país y pueda tener acceso a la prensa internacional.
Guatón –que, en chileno popular, significa Gordo-, vivió como un protegido de los hermanos Castro durante varias décadas, a raíz de tomar tierra cubana cuando fracasó el proyecto de Salvador Allende. Entre los muchísimos chilenos de la llamada Izquierda que aterrizaron en La Habana entonces, estaba él, que había sido precisamente guardaespaldas del presidente socialista. Logró instalarse en el “corazón” de la mafia dirigida por Fidel y llegó a ser un enviado especial a lugares de alta sensibilidad política, incluyendo el territorio de Miami, como mismo nos mostraba un serial televisivo de los años ochenta que hablaba de agentes secretos.
Guatón, Marambio, Max o cualquiera de los nombres que utilizó como identidad falsa en sus operaciones, aprovechó el filón de los dólares que empezaron a correr en Cuba, entre los círculos de poder, cuando cayó el campo socialista. Se montó una empresa mafiosa llamada Río Zaza S.A y con ella, que vendía nada más y nada menos que zumos a la población, se hizo millonario con la venia de El Padrino, pero un buen día decidió no rendir cuentas y el capo mayor, en profunda senectud, se ofendió con el chileno.
Mario Puzo, al escribir El Padrino, estaría adelantando los entresijos de una estructura que el Comandante ha copiado al pie de la letra. Por tal motivo, cuando alguien molesta, la mafia simplemente lo envía al camposanto (hay un muerto en la trama de Río Zaza S.A., el gerente de la empresa, Roberto Baudrand, que apareció inerte en su apartamento habanero, “por exceso de alcohol”, según el Ministerio del Interior). Y es justo cuando Marambio, El Guatón, escapa, interpretando el papel que tan en serio se ha tomado.
Un hombre curtido en tomar aviones constantemente y en llevar pistola en la cintura no es un novato en campo minado. Con el dinero que hizo en los años más duros de Cuba –en los ‘90 llegó a facturar 100 millones anuales-, logró marcharse a su Chile natal e invertir allí en una campaña política, cuyos estamentos no están muy de acuerdo con lo que dice sentir el Comandante habanero en su más profunda ideología. Es bastante típico que el dinero de la corrupción vaya a parar a la política. Como también es de textos sobre la mafia que el hampa misma se sienta honrada.
Marambio, condenado en ausencia, no sólo ha llevado el caso a la corte penal francesa para que lo defienda de los hermanos Castro, sino se atrevió a decir en una entrevista con los medios chilenos que, en Cuba, nadie le ha regalado nada; o sea, que se lo ha currado. Por supuesto que se ha trabajado el personaje. Llegó a ostentar grados militares de primer oficial de los servicios secretos castristas, pero junto con la confianza obtenida debió lucrar despiadadamente.
¿O es que acaso este chileno no sabía que el tetrabrik de zumo de mango que nos vendía en dólares costaba en la tienda cien veces el valor de su producción; que esa cajita de cartón, contentiva de una pulpa de fruta nacional, equivalía a dos o tres días de trabajo, según nuestros salarios? ¿No sabía que tomar jugo de mango o de guayaba producido por su empresa, en aquellos tiempos en los que nos moríamos de hambre, era cosa de ricos?
Solamente el cinismo es capaz de hilvanar estas palabras: “Nadie me regaló nada”.
Esperemos que Francia no proteja a Marambio. Chile, por supuesto, no lo juzgará. Pero El Padrino no descansará hasta ajustarle cuentas sea como sea.
Este episodio solo muestra la punta del iceberg de hasta dónde ha llegado la denominada Revolución.
Nota: El órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, también informa sobre la sanción de quince años de privación de libertad para Alejandro Roca, ex ministro de la industria alimenticia en Cuba vinculado al caso de Max Marambio. Roca, que en la actualidad es un anciano, según esta condena cumplirá prisión el resto de su vida.
Foto y fuente utilizada: Café Fuerte
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