sábado, 4 de diciembre de 2010

La democracia se paga cara




Los controladores aéreos tuvieron que ceder

En el momento de escribir estas líneas -24 horas después de cerrado el tráfico en los cielos de España-, dos entrañables amigos se dirigen hacia el aeropuerto del Prat, en Barcelona, con la esperanza de poder embarcar hoy mismo, como tenían previsto desde hace meses. Y es que la gente normal no anda improvisando importantes reuniones: Sus billetes para poder celebrar las navidades en Chile fueron pagados con tiempo suficiente.
Mari-Carmen e Ignacio no contaban con una huelga encubierta de los controladores aéreos, quienes desde ayer abandonaron sus puestos de trabajo y dejaron el tráfico de aviones a la buena de Dios; o sea, cerrado. Hay que comenzar por decir que no se trata de un colectivo que viva en la miseria. Todo lo contrario. Su alto nivel de vida, basado en los astronómicos ingresos percibidos (pueden llegar a ganar unos 200 mil euros al año) se ha visto afectado por los recortes presupuestarios estatales. Se supone que estos especialistas tengan deudas contraídas de alto standing y han decidido hacer un pulso con el gobierno, sabiendo de antemano lo importante que es su oficio para la vida de un país.
Ha sido una huelga encubierta, ya que esgrimen el argumento de enfermedades puntuales en un 60 por ciento de ellos. Luego, los de Madrid, se albergaron en un hotel cercano a Barajas para iniciar allí sus negociaciones. Una crisis más para Zapatero –el presidente que lleva muchos meses estresado- ha dejado en tierra a cientos de miles de pasajeros que, como mis amigos, habían planificado este Puente de la Constitución para regalarse unas vacaciones. Se dice que las pérdidas en solo 24 horas han sido mucho mayores que las que ocasionó en una semana el volcán islandés en abril pasado.
Por primera vez en la historia de la democracia –o sea, en 35 años- se ha decretado una alerta máxima en el reinado de España. Los mandos militares han tenido que asumir la dirección de los aeropuertos y el gobierno ha tenido que echar manos del código penal para recordarle a los controladores que se estaban jugando entre 8 y 10 años de cárcel por sedición. Éstos han reaccionado al decreto y se han incorporado a sus puestos de trabajo, según indican los principales diarios digitales que, debido a esta situación, tuvieron que reformular el diseño de sus cabeceras sobre la marcha.
Lo peor es la situación económica y sentimental del trabajador común y corriente, del parado, del que cobra prestaciones, ese que se ha dejado una buena parte de sus ingresos en planificar una ilusión con sus seres queridos.
El aeropuerto del Prat, con importantísimos enlaces hacia centro Europa, ha tenido que suspender casi el 80 por ciento de los vuelos programados para hoy. Como había adelantado en la crónica anterior, en casa elegimos esta vez un viaje por carretera, pero bien pudimos ser unos de los tantos tirados que ahora mismo no saben si abandonar las terminales o dejarse allí a la suerte. Espero ansioso una comunicación de mis amigos para saber qué ha pasado con ellos. Han sacado billete con la compañía lusa TAP hasta Lisboa; luego, con la misma empresa hasta Brasil, y del gigante suramericano con otra compañía, TAM, hasta su destino, Santiago de Chile. Con ellos viaja el pequeño Lucas, su retoño que por primera vez, si las cosas salen bien, cruzará el Atlántico. Esperemos noticias de estos pasajeros en tránsito.

Foto del autor
24 horas sin tráfico aéreo significa una pérdida multimillonaria para España, además de un chantaje sin precedentes de un sector profesional sumamente importante. En la imagen, aviones de Ryanair esperan en tierra, en su base española de Girona. Esta es la compañía de low cost más grande de Europa.

2 comentarios:

Mari-Carmen Marcos dijo...

Estamos teniendo una gran suerte, si todo sigue asi despegaremos una hora despues de lo previsto. Gracias por traernos a tu blog. Besos de mc, ignacio y lucas

Jorge Ignacio dijo...

estas páginas les desean suerte, MC. Mantennos actualizados en la medida de lo posible. Y, después de todo esto, unos choclos como Dios manda.