Dormí poco. Me despertó el calor y la resaca del bautizo. Al despertarme, sobre las once de la mañana –hora peninsular española-, volví al blog y me encontré una extensa nota de alguien que dice ser periodista hondureño. Expresa su inconformidad con mi punto de vista. Me señala como resentido por haber tenido que emigrar de Cuba sólo por dificultades económicas –léase, supongo, por culpa del bloqueo yanqui-; me indica una parcialidad en el conflicto hondureño, a favor de los golpistas, mientras, dice, la gente está siendo reprimida en la calle.
La nota de este corresponsal es muy extensa y puede leerse más abajo, en la sección de comentarios del post “Esperando a Zelaya”. Con toda la desesperación que se debe estar viviendo en Honduras, en la capital principalmente, mi colega centroamericano se toma todo su tiempo para escribir largas parrafadas propagandísticas. No entiendo cómo se puede tener la sangre tan fría. Pero, aún así, me trata con familiaridad, como si me conociera de toda la vida. ¿Es que acaso me conoce?
A ver, colega, vamos a poner las cosas claras:
En primer lugar, yo no estoy aquí porque sea un emigrante económico, aunque algún dinerito supe que me buscaría en España trabajando como cualquier obrero o en la esfera de los servicios. Estoy aquí porque un buen día descubrí la manipulación política en sus más altos niveles, la censura, la falta de derechos humanos, la falta de libertad de movimientos, y un largo etcétera. Y sí, me autodefino exiliado porque la dictadura cubana se reserva el derecho de decidir el destino de mi vivienda –construida por mi familia antes de la revolución-, así como el destino de mi vida en general, ya que, por ley, no puedo vivir más en mi país, solo puedo ir de visita como ¿turista? 21 días. Luego, me echan.
Ah, y primero me castigaron cinco años sin poder retornar ni como visitante, período en el que, desgraciadamente, murió mi padre.
Pero bien, no es hora de explicarlo todo. Así que el segundo, tercer y cuarto lugares de este esclarecimiento lo dejo para otra oportunidad.
Llegado este punto considero necesario declararme contrario al golpe militar y sus consecuencias en la población civil.
También denuncio al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, por aprovechar el cuartelazo para hacer su juego político, con Zelaya como primer actor, y con los seguidores de éste jugándose la vida delante de las balas.
Me gustaría invitar a los lectores a pasar por este enlace de un amigo que, satíricamente, recrea los días en que el gobierno cubano utilizaba a Tegucigalpa como base de operaciones de espionaje.
La nota de este corresponsal es muy extensa y puede leerse más abajo, en la sección de comentarios del post “Esperando a Zelaya”. Con toda la desesperación que se debe estar viviendo en Honduras, en la capital principalmente, mi colega centroamericano se toma todo su tiempo para escribir largas parrafadas propagandísticas. No entiendo cómo se puede tener la sangre tan fría. Pero, aún así, me trata con familiaridad, como si me conociera de toda la vida. ¿Es que acaso me conoce?
A ver, colega, vamos a poner las cosas claras:
En primer lugar, yo no estoy aquí porque sea un emigrante económico, aunque algún dinerito supe que me buscaría en España trabajando como cualquier obrero o en la esfera de los servicios. Estoy aquí porque un buen día descubrí la manipulación política en sus más altos niveles, la censura, la falta de derechos humanos, la falta de libertad de movimientos, y un largo etcétera. Y sí, me autodefino exiliado porque la dictadura cubana se reserva el derecho de decidir el destino de mi vivienda –construida por mi familia antes de la revolución-, así como el destino de mi vida en general, ya que, por ley, no puedo vivir más en mi país, solo puedo ir de visita como ¿turista? 21 días. Luego, me echan.
Ah, y primero me castigaron cinco años sin poder retornar ni como visitante, período en el que, desgraciadamente, murió mi padre.
Pero bien, no es hora de explicarlo todo. Así que el segundo, tercer y cuarto lugares de este esclarecimiento lo dejo para otra oportunidad.
Llegado este punto considero necesario declararme contrario al golpe militar y sus consecuencias en la población civil.
También denuncio al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, por aprovechar el cuartelazo para hacer su juego político, con Zelaya como primer actor, y con los seguidores de éste jugándose la vida delante de las balas.
Me gustaría invitar a los lectores a pasar por este enlace de un amigo que, satíricamente, recrea los días en que el gobierno cubano utilizaba a Tegucigalpa como base de operaciones de espionaje.
3 comentarios:
Miherma, la situación en Honduras parece que se fue de las manos. Y lo más triste, según mi punto de vista, es la división interna de la nación. Ese periodista que te escribió responde a una de las facciones, esa que ahora mismo, por razones obvias, está llevando la peor parte. Pero puedes poner los canales de Honduras por internet, y verás como aparecen manifestaciones igual de grandes pidiendo unas el regreso de Mel, y otras apoyando a Micheletti.
Si Zelaya fue muy atrevido de querer hacer cambios al estilo de Chávez, no deja de ser cierto que lo que hicieron los golpistas fue una soberana chapucería, y para colmo, ya eso de matar a un chama, al estilo de la de Irán hace poco, le puso la tapa al pomo.
Lo que ese periodista no entiende es que, si bien tú también fuiste periodista (y de un diario importante) en Cuba, bloggear no es exactamente periodismo, sino un acto comunicacional y de opinión personal, más literatura que reportaje. No tiene el menor derecho a criticar tu entrada, porque me la juego a que en más de una ocasión ha opinado sobre cuba y los cubanos, y nadie le ha dicho un carajo.
Rodrigo: siempre tuve dudas de que este periodista hondureño existiera, y de ser así, que tuviera tiempo de escribir largas parrafadas en este blog. Lo busqué en Google y sí existe, pero no es hondureño, sino colombiano. Lo interesante de todo es que no fue él quien me dejó el comentario, sino alguien dedicado a seguirme desde hace tiempo con la orientación de desestabilizarme. Hizo lo siguiente: copió la mitad del texto que aparece en su comentario de varis foros en los que verdaderamente escribe Oscar, el periodista de marras. Luego lo pegó en mi blog y no lo firmó, haciendo ver que quien me escribió fue el periodista desde Honduras. a mí estas cosas no me amedrentan, me dan risa porque sé de dónde vienen. y tú también lo sabes, amigo Kuang. un abrazo.
Lo triste de todo esto es que haya gente que tenga que recurrir a la impostación para decir lo que piensa. Con lo fácil que resulta comprobar las referencias en la red. Me recordó el caso del comentarista Humberto Herrera Carlés, en Cubaencuentro, que se pasaba la vida - y todavía de vez en cuando sigue - haciendo comentarios a nombre del pueblo cubano, en defensa a capa y espada del gobierno, encabronando a todo el mundo con la misma retórica gastada del Granma, hasta que alguien lo buscó en la red y apareció que es un funcionario acomodado que vive en México, que fue gerente de hoteles en Cuba y que aparece en varias páginas solicitando empleo en hoteles mexicanos. El tipo le echaba con el rayo a los médicos desertores cuando él mismo estaba buscando quedarse. Su palabrería perdió automáticamente credibilidad.
Es lo mismo que pasa con este supuesto periodista, que con un par de clicks supiste que se trataba de un apócrifo, y lo que escribió, razonable o no, quedó lastimosamente detrás de la falacia.
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