martes, 7 de julio de 2009

Billy the kid, el regreso



En lugar de dedicarme hoy a caminar por la orilla de la playa, sigo en casa pensando en el show de Zelaya y Chávez, en la chapuza de los que dieron el cuartelazo y en el arribismo propagandístico de la casposa izquierda latinoamericana, aquella izquierda, la que promovió la revolución cubana.
El personaje de Mel Zelaya me persigue como un fantasma. Va detrás de mí al supermercado, a la barbería, al chiringuito de la costa, y hasta se mete entre las corrientes marinas que acarician mi cuerpo, desiguales térmicamente, sorpresivas, tontas pero no ingenuas, porque el agua salada, venga de donde venga, tiene personalidad propia.
Un baño a la caída del sol es como un salto de libertad que no es espontáneo. Hay que empujarlo. Primero hay que bajar hasta la playa, estar seguro de que es gratis, estar convencido de que cualquier tiempo pasado no fue mejor. Y así no le sabe tan mal a uno estar metido hasta el cuello entre las corrientes del Mediterráneo, mientras en Centroamérica la mayoría de la gente busca seguridad en un plato de comida.
A veces uno se pregunta cómo llegamos hasta aquí.
La respuesta es larga con respecto al viaje, pero inmensamente corta de frente a la realidad de Cuba, país en el que la vida te pasa por delante con extrema lentitud, y con esa misma velocidad se consiguen los básicos maravedíes para poder vivir. No todo el mundo tiene la suerte de nacer en democracia. Ni, aun así, no todos tienen la suerte de nacer con una ganadería como patrimonio.
Es ridículo el papel de Zelaya. No sé bien por qué este hombre me sigue detrás, pero lo voy a descubrir pronto. Todavía tengo en la cabeza dando vueltas sus palabras desde el avión, dirigiéndose a su gente. Invitaba a los de su pueblo natal a que dejaran las pistolas en casa, ya que allí es muy normal, siendo vaqueros, portar un revólver en la cintura.
Me pareció que estaba viendo una película del oeste, con el polvo rojo pegándose en mis pestañas.
Ayer abrí un periódico digital hondureño donde señalaban a un manifestante pro Zelaya armado. La verdad es que en la foto no se ve muy bien la pistola.
Y hoy abrí un periódico digital catalán donde se decía que Zelaya, escondido en Managua, ayer visitó un centro comercial de esa capital para comprar un sombrero rural nuevo, supuestamente, digo yo, para llevarlo a su encuentro con Hillary Clinton en EEUU.
No sé por qué me gusta ser monotemático. ¿Será porque conozco el paño?
Dejo -de momento- estas reflexiones aquí. Intentaré dedicarme a mis fantasmas locales, a buscarlos en el mar, porque ahí están todos, agazapados en la liquidez.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Prefiero tus cuentos literarios y reflexiones existenciales y humanas, y no tus comentarios politicos, que dejan bastante que desear, te lo digo francamente.
Siempre hay una causa del problema.
¿Cuáles son las causas de la miseria en Honduras?
¿Lo has pensado?
Jorge Luis

Jorge Ignacio dijo...

no estás obligado a leerlo todo aquí, ni siquiera a visitame, jorge Luis. Este blog es para divertirme y hablar de lo que me apetezca. Además, este blog es gatis. Me gustaría que me dijeras si sabes cuáles son las causas de las miserias de Cuba. Pero no estás obligado a decirlo, claro, ya que en este espacio se practica la democracia. Adiós.

Anónimo dijo...

Puedes hablar, por supuesto, de lo que quieras, no faltaria más, pero te falta bastante educación y respeto por la opinion contraria.
No desvies la conversacion, hablamos de Honduras y no de Cuba, y tu empezaste la conversación...
Tus argumentos politicos con relación a Honduras son mediatizados y reaccionarios...
Los politicos son los que resuelven los temas politicos y no los militares...y respaldar a esta altura a un golpe militar, independientemente de que no te guste Zelaya, es tipico de una mentalidad mediatizada
Jorge Luis
Y no te preocupes que no te visito mas...

Jorge Ignacio dijo...

Compañero, parece metira que no te hayas detenido a leer un post que te dediqué,en el que digo claramente que rechazo el golpe militar en Honduras. Tú, que estás atento a mis desvaríos políticos en este blog; tú, que utlizas varios nombres compuestos para desacreditar mis opiniones (jorge luis, luis manuel, jose manuel y un largo etc.); tú, que utilizaste un apócrifo en este blog para apoyar el increíble giro de Zelaya hacia el Chavismo. Quizá hoy te dedique otro post en particular. De toda maneras, si algún día nos encontramos, Jorge Luis o como quiera que te llames, te ofrezco mi mano. Estoy convencido de que la vida da muchas vueltas. Como esto suena a despedida, te reitero un hasta la vista, sinceramente, porque, si bien es cierto que has sido puntilloso, jamás fuiste vulgar.
Adeu.